lunes, 7 de febrero de 2011

FRAUDE DOCUMENTAL

EL FRAUDE DOCUMENTAL
Realizando un análisis global Investisan CIA Ltda. Hace una percepción, que Casi todos los delitos que se cometen en el mundo están relacionados o precedidos por un fraude documental, "esta afirmación parece exagerada, pero no lo es".

Documentos de identidad, pasaportes, certificados médicos, recetas, documentaciones de automóviles, pólizas de seguros, poderes, títulos, permisos, licencias, etiquetas, estuches, cheques, etc., falsificados o modificados fraudulentamente permiten al delincuente, a veces con demasiado éxito, suplantar personalidades, estafar a mutuas, obtener estupefacientes, robar y vender automóviles, estafar con operaciones inmobiliarias, ejercer fraudulentamente una profesión, falsificar productos, retirar fondos ajenos de un banco, etc.

Siempre, o casi siempre, es imprescindible que el delincuente robe, modifique o imite previamente un papel...... un documento. La lucha contra estos tipos de fraude ha sido el objetivo de nuestra sociedad, en conjunto con los organismos de seguridad y judicial durante la vida diaria en cada organización.

Como es obvio, por razones de seguridad, no podemos describir en estas páginas las decenas de metodologías utilizadas por los delincuentes y el “enriquecimiento” tecnológico que han logrado con la llegada de “colegas” procedentes de otros países. Hay, cada día, más osadía, más conocimientos tecnológicos y más oportunidades para el delito.

Nuestras experiencias anteriores en otro tipo de documentos fueron una excelente guía para hacer un recorrido directo al fondo de los problemas. Además, nuestros laboratorios disponían de decenas de miles de pruebas empíricas realizadas en los últimos años.

Se analizaron cifras de consumo y su distribución en los dos grandes ejes de Sistema Financiero (cajas y bancos) para estimar costes directos de fabricación y dimensionar la relación coste-beneficio de las eventuales mejoras a implementar.
Las cifras relativas al fraude real, en los documentos de pago son muy difíciles de determinar, debido a la lógica reserva que mantienen las instituciones financieras.

Las diferencias en el nivel de medidas de seguridad documental, entre unas y otras entidades, son, en algunos casos, importantes y, probablemente, están incidiendo en las cifras que manejamos.


Cabe suponer y en Colombia que los delincuentes eligen cifras que merezcan la pena y que, al mismo tiempo, no desaten comprobaciones telefónicas por su alto importe. Las consultas realizadas a las entidades financieras determinan que el importe de los fraudes se sitúa entre los 10.000.000 y 15.000.000 millones pesos por cheque fraudulento.

Además de cuestiones de prestigio, conflictos con clientes, pérdidas de tiempo, etc., hay una serie de incógnitas: ¿Qué gastos adicionales producen estos incidentes a las instituciones financieras? ¿Cuántas controversias se dirimen en los juzgados? ¿Cuánto representan las tasas judiciales, los procuradores, letrados y peritos? Estos gastos son también atribuibles y podrían elevar sustancialmente las cifras.

Durante los periodos, y en la trayectoria profesional, Investisan sigue investigando y desarrollando tecnologías contra la duplicación y/o modificación fraudulenta de documentos de gran trascendencia económica y social con destino a distintas instituciones nacionales y de los requerimientos internacionales.

Para luchar contra un fraude, cada vez más tecnificado y con mejores medios, ha sido necesario desarrollar tratamientos químicos, reactividades, características luminotécnicas, fórmulas de intercambio molecular, producción de complejos laminares, desarrollo de algoritmos geométrico-matemáticos, etc.

El enorme y rápido desarrollo de la ofimática ha puesto al alcance de cualquier equipo poderoso, preciso y razonablemente económico. Es obvio que este abundantísimo parque de maquinaria se transforma, potencialmente, en todo un arsenal a disposición del delito.

Los fraudes no disminuyen. Aumentan. Cada vez es más necesario considerar las formas de proteger los documentos y, cada vez, se hace más complicado lograrlo. Ya en 1982 se hablaba de “la oficina sin papeles” y yo me atrevería a decir que específicamente, en algunos sectores y actividades, se debería extender la frase a “la oficina sin papeles inseguros”. Desde luego nuestra actividad como investigadores e impresores de seguridad no ha cesado de crecer.