Lo que hace referente
el catedrático Alexis López de la universidad Militar Nueva Granada es una tergiversación de varios filósofos
franceses del siglo XX para concluir que las movilizaciones recientes en todo
el mundo hacen parte de un plan de la izquierda radical para acabar con la
democracia. Echa mano de las teorías de Jacques Derrida, Michel Foucault,
Gilles Deleuze y Félix Guattari (autor del texto seminal “La revolución
molecular”). Y mete en ese contexto las protestas del 2019 en Colombia y Chile
y las que ocurrieron el año pasado en Estados Unidos del movimiento Black Lives
Matter, tras el asesinato de George Floyd.
Lopéz alega que
detrás de las protestas hay una intención de desestabilizar al régimen a través
de manifestaciones simultáneas y dispersas, sin una cabeza aparente. Es una
revolución sin líder que actúa de manera horizontal y, por lo tanto, es más
difícil de controlar en su intento de derrocar a la democracia y sus
instituciones.
“No existe
estructura jerárquica. Hay anarquía funcional. Como ya mencionamos, los mandos
y tropa son irregulares, no identificables. Los objetivos tácticos estáticos
son dinámicos. Las unidades móviles son estratégicas. ¿Por qué? Porque capturan
área de influencia. Hay guerra de guerrillas con emboscadas, asedio, incursión
y sabotaje. Hay batallas”, dice López en esta intervención en la Universidad
Militar en julio del año pasado.
“El modus operandi
se basa en acciones revolucionarias horizontales para generar de forma gradual
y cotidiana conductas que alteren el estado de la normalidad social del sistema
dominante, y así derogarlo. El objetivo es generar caos y el cese de la
normalidad diaria, para crear un estado de crispación y crisis
permanente", escribe Moreno.
“Lo que estamos viviendo es un proceso, no el producto de un proceso, no es un estallido se trata de un eufemismo que no tiene nada que ver con las demandas legítimas de una sociedad producto de determinadas condiciones estructurales, económicas u otras, no tiene que ver con el aburrimiento de la gente”, dice.
La consecuencia
práctica de esto es que la protesta, lejos de ser interpretada como una
manifestación legítima de indignación y disenso, es vista como ilegítima, como
una fachada de una revolución ilegal que hay que extirpar. En otras palabras,
el "enemigo interno" para las Fuerzas Militares y policía Nacional ya no sería el
guerrillero sino también el manifestante.
Con un lenguaje bélico,
lo que termina haciendo Alexis López es enmarcar toda movilización social en
una guerra civil en la que un grupo está tratando de tomarse el poder y las
fuerzas militares tienen la función de velar por ese orden que está en riesgo.
“Se produce un estado de guerra civil horizontal, molecular y disipado”, dice
en las conclusiones de su intervención en la Universidad militar.
FUENTE: https://lasillavacia.com
ENLACE : DIRECTIVO INVESTISAN DICTÁMENES PERICIALES
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